Sin embargo, ha existido en Colombia siempre una especie de "olla de presión" artística, que hasta tan sólo dos años, venía conteniendo el quehacer musical de los creadores que siempre han querido cantarle a su ! propia izquierda ! Es decir, pasar de vivir revoluciones ajenas a través de compositores foráneos, a describir, por fin, la izquierda de su propia nación. Y esto lo han empezado a promover por medio de canciones que entrelazan sus relaciones cotidianas con el devenir político que han escogido proteger y que ya les pertenece como ciudadanos. Ya no se trata de "emular" revoluciones ajenas a través de canciones que no hacen parte de su contexto cotidiano, aún cuando muchos de aquellos temas, si lo hagan de su patrimonio espiritual y solidario como artistas.
Ahora se trata de enviar un mensaje que tanto los canta-autores universitarios, como los músicos campesinos, obreros o de cualquier jerarquía social, cantan desde el alma, aún cuando muchos ciudadanos de la derecha colombiana, puedan considerar que una canción como la que oiran a continuación es una "simple y barata publicidad mamerta".
Sin ir más lejos, imaginemos tan sólo por un instante, cual podría ser la opinión de María Fernanda Cabal si escuchará la canción publicada en esta columna. No hay que ser muy imaginativo ni tener que llamar a una pitoniza, para saber los apelativos desobligantes y completamente peyorativos que diría tras escucharla. No obstante, ella mismo expresó en una entrevista que de joven era una oyente cautivada y asidua de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Mercedes Sosa.
Maria Fernanda Cabal, al igual que muchas personas de su generación y que actualmente son parte del establecimiento mafioso y corrupto que han armado la estructura denominada como "uribismo", "jugaban" de jóvenes a ser "revolucionarios" de papel, escuchando música protesta en chimeneas de los barrios ricos de Cali, Medellín, Bucaramanga, Barranquilla, Popayán o Bogotá. Pero esas mismas personas, unas décadas después, cuando escuchan música de izquierda colombiana, se lanzan en improperios y deslegitiman cualquier creación nacional. Es como si la Trova Cubana y la revolución de Fidel Castro, hubiera sido para muchos que defienden el actual orden hegemónico de Colombia, un instante histórico "light" mientras fueron "jóvenes" estudiantes de los Andes, el Rosario o la Javeriana.
Ellos ahora "argumentan" a manera de "filósofos" de la cotidianidad y de la "realidad absoluta", que cualquier manifestación "revolucionaria" que se quiera ejecutar actualmente, es un "refrito" de cuando ellos "escuchaban" de revolución a través de Silvio Rodríguez. Es como si incluso, en ellos también recayera la majestad de decir que es realmente lo "revolucionario' y fuesen los únicos intérpretes de lo "social", cuando ni siquiera, son capaces de interpretar las ganas de orinar de sus perros de alto pedigrí.
Una canción como la que oiran a continuación, es el pedido de millones de ciudadanos por qué Colombia no sea más "el Tíbet de Sudamérica", no se trata de la imposición eterna de un líder político. Se trata de la imposición de una nueva cosmovisión nacional. Y las imposiciones son necesarias y buenas, cuando el estado de decrepitud de las anteriores estructuras, han manchado con su aroma fétido y carroñero, a un país que ya no quiere más buitres sobre sus cielos.
No es un texto musicalizado de publicidad política; es una canción que promueve las respuestas que parecían no tener solución. Es una canción que emerge del deseo de millones de colombianos y que todos los involucrados llámanos: REVOLUCIÓN
Juan Carlos Garcia Hoyos, Ph.D.
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Agradecemos a Rosco del Canal Uribestiario,
(
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UribeDiccionario Paracofascista
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